martes, 5 de junio de 2012


Por fin, la oreja descansará en paz…

La oreja de Van Gogh no fue víctima de un arranque de locura de su dueño, ni una simbólica ofrenda al martirio de un artista incomprendido, sino una simple mutilación en el transcurso de un duelo motivado por su atormentada relación. Así lo sostienen dos historiadores dispuestos a acabar con el mito que rodea al pintor neerlandés. 
Según la versión oficial de los hechos, la que recogen las biografías oficiales de Vincent van Gogh y su amigo y también pintor Paul Gauguin, el artista se arrancó la oreja en pleno arranque de locura. El pintor postimpresionista, que había convencido a su admirado Gauguin para que se mudara a Arlés con él, no soportó la marcha de su gran amigo a París después de una discusión.
La misma versión de los sucesos del 23 de diciembre de 1888, dice que tras pelearse con Gauguin, Van Gogh regresó a su casa amarilla y con una navaja de afeitar se automutiló. Después, sangrando, se acercó hasta un burdel, donde le enseñó la oreja a una prostituta llamada Rachel antes de volver a su hogar y desmayarse sobre su cama, donde le encontraría la policía poco después.
Sin embargo, según las investigaciones exhaustivas de dos historiadores alemanes que han pasado los últimos diez años revisando los informes policiales de aquella aciaga tarde, las declaraciones de testigos presentes y las cartas de los dos artistas, Van Gogh no se automutiló. Fue Gauguin, un experto espadachín, según los historiadores, el que en el transcurso de la mencionada riña le asestó un mandoble que le arrancó la oreja al pintor.
En La oreja de Van Gogh: Paul Gauguin y el Pacto de Silencio, Hans Kaufmann y Rita Wildegans sostienen que la versión oficial -basada esencialmente en la versión que dio Gauguin de los hechos- fue básicamente una mentira que ambos artistas pactaron al darse cuenta que la verdad era demasiado complicada -como en gran parte fue la relación entre ellos- para que un tercero la comprendiera.
La amistad entre estos dos genios de la pintura es digna de un serial televisivo. En 1888 Van Gogh convenció a Gauguin para que se mudara con él a la casa amarilla que tenía en Arles. Pasaron todo el otoño pintando juntos y discutiendo sobre arte, pero poco a poco fue empeorando debido a sus particulares caracteres y a los problemas mentales de Van Gogh. Los problemas se sucederían hasta la marcha de Gauguin a París a finales de ese año.
Los historiadores alemanes no tienen claro si Gauguin quiso herir intencionadamente a su amigo o si en el calor de la refriega se le escapó un mandoble, pero están convencidos de que hicieron un pacto: lo sucedido entre ambos quedaría como un secreto para que Gauguin no fuera a prisión, lo que explicaría que el herido no acudiera al hospital, pero prolongaría hasta nuestros días el mito sobre la oreja de Van Gogh.

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