Una alternativa prometedora es recurrir a las algas marinas, ya que pueden cultivarse en ciclos más cortos que los habituales en los vegetales terrestres, y son capaces de producir con igual o mayor eficiencia biocombustibles, todo ello sin tener que sacrificar tierras fértiles que se podrían destinar a la agricultura alimentaria.
Muchas regiones costeras, incluyendo el Mar Rojo en el sur de Israel, han padecido de un tipo especial de polución causada por los desechos humanos y un auge notable de la piscicultura (cría de peces), lo que conduce a cantidades excesivas de nutrientes, con el resultado final de daños severos en los arrecifes de coral, los cuales ya están en peligro por otras causas, y diversos efectos nocivos para muchas especies de las que dependen las poblaciones humanas.
Promover el cultivo de algas marinas para elaborar biocombustibles podría ser una forma de resolver estos problemas medioambientales.
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